¿Después del triunfo de Gustavo Petro, qué viene?
¿Después del triunfo de Gustavo Petro, qué viene?
También fue un buen mensaje que las elecciones transcurrieron con tranquilidad y el país aceptó el resultado. Muchos no pensaron que así fuera.
Los principales líderes de oposición reconocieron la victoria e incluso ya han sido llamados por Petro y han aceptado reunirse. De la misma manera, el Presidente Duque lo llamó para coordinar una reunión pronta en Palacio, la cual se realizó el jueves 23 de junio.
El día después de las elecciones, los mercados amanecieron más tranquilos de lo esperado, o bien porque ya habían descontado el resultado o porque no tuvieron una reacción sobredimensionada y están a la espera de otras señales, o porque Gustavo Petro al final suavizó sus mensajes y atrajo a más personas de centro.
El peso se devaluó un poco pero no en las dimensiones esperadas. La Bolsa de Colombia y en especial la acción de Ecopetrol ha caído.
Lo esencial del cambio
Ahora viene lo difícil. La pregunta que genera incertidumbre es qué viene, cuál será el cambio que traerá Gustavo Petro y cómo gobernará Colombia.
Gustavo Petro fue electo sobre una plataforma de cambio y el desarrollo de los acontecimientos dependerá de cómo piensa hacerlos. Si es a través de consensos y acuerdos o por la vía del enfrentamiento y la imposición.
Esto en parte estará determinado por cómo se comporten los factores de oposición y el sector privado. Si estos buscarán acuerdos o puntos de encuentro no habrá confrontación. Y si la base electoral de Petro acepta los consensos y la moderación o empieza a reclamarle radicalización.
Petro estadista, que quiere dejar huella en la historia colombiana y latinoamericana
Una hipótesis es que el presidente electo quiera pasar a la historia como un buen presidente que mejoró los indicadores sociales y económicos y la posición del país en el mundo.
Esto presupone que será un presidente que arme un gabinete representativo de diferentes fuerzas, más de centro. Un gabinete parecido al del presidente Boric en Chile con tinte socialdemócrata europeo, y no del fallido populismo de izquierda con rasgos autoritarios que aqueja a varios países de la región. Además, supone que el presidente electo modere su discurso y que haga las reformas económicas que el país requiere. Para esto necesitará varias negociaciones con el Congreso que sin duda lo llevarán a tener posiciones más moderadas.
De hecho Gustavo Petro ha convocado a un Gran Acuerdo Nacional, enviando un mensaje a los mercados, al sector privado y al mundo político de que los cambios los quiere hacer dentro de la institucionalidad.
Esta versión de Petro someterá a consideración del Congreso, como lo han hecho los dos gobiernos más reformistas en las últimas décadas, el de Cesar Gaviria y el de Álvaro Uribe, grandes reformas económicas, en el sector salud y pensiones, reformas políticas, de justicia y en educación. Es así cómo, podemos esperar que a partir del 7 de agosto sus ministros radiquen en el Congreso un paquete de medidas importantes, y que sea un gobierno, como lo fue el primero de Álvaro Uribe, volcado hacia el Congreso. Esto sería bien percibido por los mercados e incluso se podría pensar que, si se avanza en la dirección correcta, Colombia podría llegar a recuperar en un tiempo su grado de inversión.
Por otra parte, al ser un presidente de izquierda, le queda más fácil tomar decisiones y promover reformas necesarias, que para uno de derecha sería impensable e inviable. Esto bajo la teoría de Nixon en China.
Ya uno de sus principales asesores económicos anuncia una reforma tributaria que para muchos va en el mismo sentido e incluso es más ambiciosa que la presentada por el ministro Alberto Carrasquilla en el Gobierno de Duque, la cual no sólo le costó el puesto, sino que generó protestas en las calles de Colombia con mayores impactos en la economía que los producidos por el covid. Esta reforma de Alberto Carrasquilla, aunque impopular, respondía a análisis técnicos y recomendaciones elaborados por prestigiosas instituciones incluida la OECD. Falta ver realmente cuál será el articulado que el nuevo gobierno decida someter a consideración del Congreso. Sin embargo, es indudable que la carga tributaria tanto para las empresas, como para las personas naturales se incrementará.
Esta versión de Gustavo Petro apoyaría firmemente la transición energética, y reconocería que el país por lo pronto no puede dejar de percibir ingresos de la minería y del petróleo. Y el hecho de que varias empresas de este sector, por mutuo propio ya estén avanzando hacia su transición energética, les daría una ventana de oportunidad de continuar explorando y explotando, y de manera paralela ir incursionando en energías más limpias, a tono con la evolución mundial en estos temas.
Así mismo, en el tema pensional, se avanzaría hacia lo que ya Think Tanks como Fedesarrollo, el candidato Fajardo y Gustavo Petro lo propusieron, hacia un sistema de pilares para las pensiones obligatorias. La discusión se centraría más alrededor de cuál sería el corte de las cotizaciones que deben ir al régimen público, el cual muy seguramente sería mucho más bajo de los 4 salarios mínimos propuestos por Petro. Adicionalmente, las discusiones también girarán en torno a la sostenibilidad del sistema en general. Y a la viabilidad de los fondos de pensiones privados al introducir un sistema de pilares, y sus efectos en el mercado, especialmente en el de TES y en la reducción de la capacidad de financiación de los proyectos de infraestructura.
Frente al tema ambiental, el Gobierno de Gustavo Petro endurecerá las medidas de protección y de sanciones. Y especialmente alrededor del tema del agua, que ha sido una de sus grandes obsesiones a lo largo de su vida.
Adicionalmente, fiel a sus convicciones y promesas, el presidente electo trabajará en una reforma agraria reivindicativa y bajo el paraguas de la implementación del acuerdo de paz. Se pueden esperar altas tasas impositivas para tierras improductivas y avances rápidos en restitución de tierras.
En este mismo sentido, se puede esperar una mayor participación y empoderamiento de las comunidades, así como una proliferación de consultas previas. Es por tanto, previsible que también la conflictividad social se incremente.
De la misma manera, es previsible que se endurezcan los temas laborales, que los sindicatos se empoderen y que haya medidas dirigidas en contra de algunos sectores económicos, que sean frutos bajitos para mostrar acciones rápidas.
Por otra parte, en su discurso del domingo pasado, Gustavo Petro, dejó entrever una faceta que no se le conocía. Y es que no sólo tiene en sus planes ser presidente de Colombia, sino que quiere ser líder de América Latina y sobre todo quien impulse frente a los países desarrollados una plataforma ambiental. Adicionalmente, liderará una legislación supranacional ambiental entre los países de América Latina.
Esto es algo nuevo que sorprende en la agenda colombiana y que abre nuevos frentes para el país. Por una parte, Estados Unidos parece por las reacciones que ha tenido luego del triunfo de Gustavo Petro, estar consciente que su principal aliado, América Latina, giró a la izquierda. Por tanto, al tener Colombia una tradición de instituciones fuertes y ser estratégico para ese país, nos da una ventaja competitiva que quizás no habíamos tenido antes y nos mejora nuestra posición negociadora.
Por otra parte, con el anuncio de Petro en el cual dice que no somos un país fuerte emisor de carbono y, que por el contrario somos el pulmón del mundo, abre un nuevo camino de negociaciones con los países desarrollados, para ayudas económicas compensatorias, e incluso temas que pueden llevar a renegociaciones de nuestra deuda externa a cambio de compensaciones ambientales. Esto es un aspecto que será de buen recibo por el Partido Demócrata de Estados Unidos y por varias organizaciones no gubernamentales ambientalistas.
Pero para que este escenario se cumpla, requiere de un Gustavo Petro maduro, con ambiciones de pasar a la historia y dejar un legado de progreso real para el país. Un Petro conciliador, que escuche y deje a un lado su faceta de terquedad. También requiere de un Gustavo Petro que deje atrás su rencor y en esto es relevante resaltar, que no le debe haber quedado fácil durante tantas décadas haber encarnado el enemigo de una gran parte de la nación. Requiere pues pasar la página y reconocer que esta vez, importantes figuras de la vida nacional, que han gobernado en el pasado, que fueron sus contradictores, en el tramo final se unieron a su campaña, y le permitieron ser presidente.
De lo observado hasta este momento, este es un escenario posible en el corto plazo. Ahora bien, la pregunta que surge es cuánto puede durar este escenario, pues ahí jugarán varias variables. Por una parte, la personalidad de Gustavo Petro y por otra, la fuerza de las circunstancias. No podemos desconocer que estamos en un entorno mundial complejo, con altas tasas de inflación, amenazas de recesión, indicios de escasez de alimentos, entre otras. Esto necesariamente, tiene impacto en Colombia y específicamente en los precios de los alimentos en un entorno de empobrecimiento de la población colombiana, y de una situación de hambre de muchos habitantes.
Por otra parte, la base electoral de Gustavo Petro, esa que busca una reivindicación y que tiene altas demandas sociales y económicas y que está con altas expectativas, puede no tener mucha paciencia. Y, por tanto, puede desesperarse y salir a las calles, poniendo presión al nuevo presidente y obligándolo a tomar medidas populistas tales como control de precios, emisión de dinero, entre otras, que lo que hacen es empeorar la situación económica e introducen a Colombia en un círculo vicioso. Hasta ahí llegaría pues la luna de miel con el centro, veríamos un presidente radicalizado y aumentaría la conflictividad social.
Lo que se observa hasta el momento es que estamos ante un equilibrio inestable y que se requerirá de mucho malabarismo para sostenerlo. Adicionalmente, será fundamental la actitud que tomen tanto la oposición como la empresa privada.

Un Petro populista, que para ganar se puso piel de oveja, que no ha cambiado su agenda o que las fuerzas de las circunstancias lo hacen radicalizarse
El otro escenario, es que Gustavo Petro realmente siempre ha tenido la misma agenda y que la suavizó de manera práctica para poder llegar al poder. O que como se menciona, en la sección anterior, la fuerza de las circunstancias económicas y sociales del país, lo hagan radicalizarse y gobernar de forma populista para su base electoral inicial.
Y este escenario es muy factible en el sentido que, estamos en una coyuntura global económica que no da mayores márgenes de maniobra, sobre todo en el frente inflacionario. No sorprendería que la popularidad del nuevo presidente caiga rápidamente (como sucede con Boric en Chile) y que lo obligue a tomar un rumbo más radical, populista y menos conciliador, que apele a su base dura de partidarios.
Bajo este escenario veríamos un presidente que gobierna y le habla a su base, y, que culpa a un tercero, sea el sector privado o a un sector de éste, a un país extranjero, entre otros actores, de todos los males y de la imposibilidad de llevar a cabo las reformas y los cambios prometidos.
Así mismo, el país se podría fragmentar más, la protesta y la conflictividad social pueden aumentar y habría un deterioro en las condiciones económicas. Entraríamos en un círculo vicioso complejo y probablemente el gobierno tomaría visos más autoritarios.
Se materializarían todos los miedos que por años han girado alrededor de una presidencia de Gustavo Petro.
El Congreso, su relación con Gustavo Petro y el líder de la oposición

Viabilidad de una constituyente
La seguridad
Relación con Estados Unidos
Conclusión
- Todavía hay una gran incertidumbre, pero el país y los mercados reaccionaron mejor de lo esperado ante la victoria de Gustavo Petro.
- Los nubarrones no están despejados y las señales que envíe el presidente electo en los próximos días y semanas con los anuncios del gabinete presidencial y con los proyectos de ley que presente al Congreso, podrán darnos una visión de lo que se viene al menos para los primeros 100 días de gobierno.
- El Congreso tendrá un gran poder para moderar, y por tanto se puede pensar en que habrá una relación potencialmente transaccional.
- Dicho lo anterior, no necesariamente estos primeros 100 días serán muestra de los siguientes años de gobierno, pues como se menciona en este análisis, la espada de Damocles es que el presidente se radicalice y gobierne de manera populista, introduciendo a Colombia en un círculo vicioso con grandes pérdidas de valor. La gran pregunta es si se radicalizará y cuándo lo hará.